Una de las motivaciones de este blog es ofrecer, aunque sea de manera tosca, una mirada a lo que fueron aquellas dos sociedades enfrentadas, la soviética y la occidental. Con ello no se pretende si no que sea aún más agradable jugar al Twilight Struggle. Verdaderamente no hace ninguna falta tener ni idea de la Guerra Fría para disfrutar del juego. El solito se encarga de entretener, y de que manera, al personal. Pero sí que es verdad que el tema que se pone sobre la mesa, la Guerra Fría, al menos para mi, tiene un enorme atractivo. Y conocer algunos de los estereotipos y de las realidades con que se manejaban los dos bandos pueden hacer de la partida una experiencia muy divertida. Reconozco que para esto hace falta ser un jugador extrovertido, de esos que gustan acompañar las jugadas con expresiones y juegos de palabra alusivos. Yo no soy de esos, pero creedme que ya me gustaría.
También me aprovecho de La Carta China y de la relativa expectación que ha levantado. Me lo tomo como una oportunidad, oportunidad de cuestionar algunos de esos mismos estereotipos con los que hemos crecido. Muchos (o todos) los lectores de este blog hemos crecido a un lado del telón de acero. Y francamente lo que nos ha llegado hasta nosotros han sido en su mayoría noticias políticas. Imposible descifrar como vivía la gente corriente, imposible intuir cuales eran los anhelos y esperanzas de un Andrei, de una Masha cualquiera. Por eso este blog preste especial atención a lo que ocurría en el país de los soviets, por que normalmente es menos conocido.
Y quería la entrada de hoy liarme con un asunto, seguro que menor, como era el erotismo. Un tema complejo de muchas aristas y de muy difícil aproximación desde aquí. Las fuentes escasean. algo he conseguido pero todavía está lejos de tener forma. La carta «Flower Power» me ayudará a desarrollarlo, espero. Pero para hoy y siguiendo con la parte más caliente de la Guerra Fría, me limitare a ofrecer un somero vistazo a como se ha visto la mujer soviética desde occidente. Y por lo que he visto, la imagen que se ha explotado en occidente, es la de amenazante. Pocos hombres se sienten seguro ante una mujer hermosa, y menos cuando lleva uniforme. Y si encima lleva una hoz y un martillo grabado en alguna parte la amenaza ya es subyugante. Perder la cabeza por lo prohibido, pero es que eran tan guapas… . Me pregunto si realmente lo eran, mientras en occidente el acceso a cosméticos y demás potingues era realtivamente asequible, allí se la ingeniaban con lo que podían. Si aquí era la figura del ángel del hogar el modelo a seguir, allí la cosmonauta sustituyo a la francotiradora de la Segunda Guerra Mundial.
Todo comenzó con Ninotchka, allá por el año 1939, siete años antes del comienzo de la Guerra Fría, pero Greta Garbo y Ernst Lubitsch sentaron las bases de lo que debía ser la imagen de una mujer soviética, fria, calculadora, que se derrumba ante lo que es verdaderamente la buena vida;
Billi Willder intentó que viéramos el estereotipo de la mujer soviética, con figura de samovar y con mostacho, pero francamente para nuestros ojos masculinos eran otras fantasías las que preferíamos.
Incluso en España se atrevieron a tocar el mito Ninotchka, nada menos que Andrés Pajares y Silvia Tortosa, en una película que no me atrevo a ver, La Hoz y el Martinez, no me atrevo a verla, así que es una incognita que dejo que resolváis vosotros. Pero me imagino que la heroína soviética caerá rendida ante semejante producto nacional.
Desconozco si James Bond se enfrentó a alguna espía surgida del frio, imagino que sí, pero no tengo certeza alguna. Y no puedo colgar ninguna imagen. Os dejo con un video que demuestra que el mito pervive. EA para promocionar su video juego Command & Conquer red Alert no duda en vestir a una moza, digo yo que del este, Dasha Fedorovich, con emblemas e insignias soviéticas y un diseño un tanto peculiar, pero ahí está como mito erótico de los adolescentes que lo jugaron.
Y eso es todo por hoy, no os asustéis cuando le toque el turno a Playboy y cositas más subidas de tono.